Conde de Keyserling
Herman Keyserling se había referido a las influencias plasmadoras de las tierras andinas sobre el ser humano en su libro Meditaciones sudamericanas. En ese libro que el filósofo estoniano escribió después del viaje que en 1929 hizo por la América Latina y que él consideraba su “obra capital y definitiva” dijo que su visita al altiplano de Bolivia había sido una de las experiencias decisivas de su vida, porque le dio “el acceso al tercer día de la creación del mundo”. Experimentó la dominación de las fuerzas telúricas. “Me sentí incorporado —escribió-— al devenir cósmico tan íntimamente como un embrión dotado de consciencia conocería que es un elemento de una evolución orgánica supraindividual. Supe entonces, entre otras cosas, que soy tierra y pura fuerza de la tierra. Soy tierra no sólo en cuanto soy material sino que ese no-yo es parte esencial de mi yo”